miércoles, 30 de abril de 2008

Urgente debate biocombustible


Lina María Aguirre | 29/04/2008
No son buenos días para los biocombustibles. Con el anuncio de las Naciones Unidas el pasado día 15 sobre la crisis mundial de alimentos, los biocombustibles son motivo de debate urgente (aunque no tan urgente para los eurodiputados inmerecedores del sueldo, como nos muestra el blog Vía Pública).

Los biocombustibles son aquellos generados a partir de aceites vegetales o grasas animales. En los últimos años se habían convertido en la gran alternativa a los combustibles fósiles. Ante el diesel sucio, contaminante, caro, debíamos optar por los combustibles 'verdes', originados a partir de aceites de palma, canola, maíz o caña de azúcar. Prácticamente inofensivos. Dinamizadores de economías de países como Brasil. Proliferaron plantas. Y mientras mucha gente descansaba viendo como grandes extensiones de tierra fértil eran convertidas en territorio biocombustible, el costo de estas materias primas ha alcanzado niveles tan altos que ha precipitado la crisis del hambre que ya empieza a padecer el mundo (con efectos incluso en el país de la abundancia alimenticia, Estados Unidos, en donde la cadena Wal-Mart ha restringido la venta de arroz).

Sucede con los biocombustibles que no son tan buenos como parecían. Incluso algunos expertos dudan de su incidencia real en la reducción de emisiones de dióxido de carbono, como el Nobel de Química 1988 Harmtut Michel. Otro Nobel, Douglas Osheroff (Física, 1996) me decía recientemente que la alternativa real es generar combustibles a partir de partes de plantas que no son digeribles por humanos. Elemental, pero ¿modificarán las grandes compañías que han entrado ganando en el mercado biocombustible la orientación y materia prima de su negocio?.

La otra pregunta, ¿estarán interesados los gobiernos? Los biocombustibles son, por supuesto, un tema crucial de la agenda energética de los países. Científicos del Smithsonian Institute publicaron en la revista Science (enero 2008) un estudio sobre cómo el uso de ciertos biocombustibles puede tener un impacto ambiental devastador en términos de destrucción de tierras arables y biodiversidad. El editorial de abril 15 de la revista Lancet 'Food versus Biofuels' es una contundente llamada de atención al respecto.

La controversia está por todas las partes en la Red: resúmenes de prensa, análisis económicos, portales agrícolas, blogs de distintas organizaciones, en Casa América. También en las críticas del reciente Foro de Energía de Roma.

Investigadores y activistas promueven un debate amplio de la meta del 10% de biocombustibles para 2020 trazada por la UE. En América Latina, rica en tierra y recursos, la discusión también urge en Venezuela, Chile, Argentina o Perú. En Colombia, sin embargo, el ministro de Agricultura Andrés Arias parece ignorar (tanto como la mayor parte de la prensa) la información contraria a su obstinado discurso pro-biocombustible, que defiende con fervor casi evangélico.

Los datos disponibles actualmente indican que hemos abrazado la doctrina biocombustible precipitadamente, como señalan estos artículos de los diarios Independent y Guardian. En Inglaterra, a propósito, el precio promedio de la comida en la cesta familiar ha subido casi 800 libras (1917€) el último año, según datos publicados el pasado día 24. En España, el arroz subirá un 40% ¿Cuánto va a costar una paella decente?.

Muchas empresas biocombustibles venden en sus portales web la idea de campos de lavanda con niños y regocijo. No me convencen. Es hora de que la prensa y la ciudadanía estén mejor informadas sobre las alternativas de energías renovables y el costo real de producir etanol. Las fotos de las tierras sometidas al desarrollo no controlado de biocarburantes, esas son las que yo quiero ver divulgadas seriamente.

Zumosoil es un biocombustible a partir de DESECHOS DE NARANJA, por tanto no se va a incrementar el suelo dedicado a su plantación, sino que se dará salida a las toneladas de residuos de la industria alimentaria española (concretamente zumos y derivados). NO SE PUEDE CLASIFICAR IGUAL un biodiesel que quita recursos alimentarios a otro que se genera desde el aprovechamiento de residuos.